El XXX Festival de la Canción de Eurovisión se celebró el 4 de mayo de 1985 en Gotemburgo (Suecia). El Gran Premio fue para el dúo noruego Bobbysocks con el tema «La det swinge», firmado por Rolf Løvland. Se trataba de la primera victoria de Noruega, un país cuya trayectoria en el Festival se había venido caracterizando por sus malos resultados.
El recinto elegido por la televisión pública sueca SVT para acoger el acontecimiento fue el Scandinavium, que, con una capacidad máxima de 14 000 espectadores, era el palacio de deportes más grande del país por aquel entonces. No obstante, dadas las dimensiones del escenario montado para la ocasión, el aforo se vio reducido ostensiblemente. Con todo, el número de espectadores que pudieron presenciar in situ la gala marcó un récord que tardaría más de una década en verse superado.
La maestra de ceremonias fue Lill Lindfors, artista polifacética y de dilatada experiencia dentro del mundo del espectáculo sueco, que había concursado en la edición de 1966. Desempeñó su labor de un modo relajado y desenfadado, como cuando abrió el espectáculo interpretando «My Joy is Building Bricks of Music», versión inglesa de un tema propio del año 1978, titulado «Musik ska byggas utav glädje». Para este número inicial, Lill contó con la complicidad del saxofonista Hector Bingert, la de los músicos de la orquesta y la del público que llenaba la sala, siendo esta la primera vez en que la persona encargada de conducir el programa interactuó abiertamente con el público. Como dato curioso, cabe mencionar que es la única presentadora de Eurovisión que condujo el programa, en su mayor parte, sentada. Además, desde esa misma posición, junto al puesto del director de orquesta, siguió cada una de las actuaciones. Ya en el tiempo de las votaciones permaneció sentada, aunque en el extremo opuesto, cerca del marcador.
Lill Lindfors es también la protagonista de una de las anécdotas más recordadas de la historia del certamen. Se produjo cuando salió al escenario para dar paso a las votaciones, una vez finalizado el intermedio musical. En ese momento, su falda se enganchó caprichosamente en una de las columnas que formaban el decorado, dejando a Lill en ropa interior de cintura para abajo. Ante la sorpresa general, y después de simular cierto sofoco, se soltó unos pliegues de los hombros que extendieron otro vestido. El publicó comprendió la broma y respondió con risas y aplausos, tras lo cual Lill tomó asiento para recibir los votos del primer jurado exclamando «Sólo quería despertarles un poco». Parece ser que el gag, que no había sido incluido en los ensayos, molestó a algunos directivos de la Unión Europea de Radiodifusión, y por ello se decidió que a partir del año siguiente la gala fuese exactamente igual al último ensayo general para evitar sorpresas de ese tipo. En cualquier caso, la anécdota ha pasado ya a la historia de Eurovisión.
Diecinueve países tomaron parte en una edición en que Israel y Grecia se reincorporaron tras ausentarse el año anterior. En cambio, los Países Bajos y Yugoslavia no enviaron representación por coincidir la fecha del Festival con el día del recuerdo a los caídos en la II Guerra Mundial y conflictos posteriores, en el caso del primero, y con el día en que se recordaba el fallecimiento del Mariscal Tito, en el caso del segundo.
Entre los cantantes más conocidos de esta edición para el público español, además de Paloma San Basilio, que se encontraba en un momento de gran proyección profesional, figuraban el dúo italestadounidense Al Bano & Romina Power y el representante israelí Izhar Cohen, ganador en 1978 con el tema «A-ba-ni-bi». A destacar que trece de los concursantes ya habían participado anteriormente en Eurovisión, entre ellos los ya citados Al Bano & Romina Power, Izhar Cohen y las propias integrantes del dúo Bobbysocks, Hanne Krogh y Elisabeth Andreassen.
Asimismo, entre los concursantes había dos, en particular, que marcaban sendos hitos en la historia del certamen. Por un lado, se encontraba la que posiblemente sea la participante de menor edad que haya pisado un escenario de Eurovisión. Se trata de Lea Bundgaard, que entonces contaba con tan solo nueve años y era hija de Søren Bundgaard, integrante masculino del dúo Hot Eyes, representante de Dinamarca por segundo año consecutivo. Se da la coincidencia de que dos de los temas en concurso, los representantes de Austria y Luxemburgo, trataban la temática de la infancia.